Publico

María Asensio, Julían Calvo e Juan León

Condividiamo contributo in spagnolo pubblicato dalla testata spagnola Publico che ha intervistato l’operatore del progetto Mediterranean Hope, Francesco Piobbichi.

Dibujos para narrar las tragedias en las fronteras europeas 

LAMPEDUSA. – La Frontera Sur no se dibuja sólo en los mapas, sino sobre todo a través de sus historias. Historias de terror y bombardeos que hemos podido ver muchas veces en cuanto se les deja papel y lapiceros a los miles de niños sirios que han pasado ─y también los que se mantienen sin poder salir─ por los distintos campamentos surgidos en Grecia.

Desde las vallas de Ceuta o Melilla a las mortíferas costas de Lampedusa y llegando hasta uno de los puntos de origen de miles de refugiados, Líbano, a Francesco Piobbichi estas historias le despiertan en mitad de la noche. Francesco dibuja, pero primero es parte de una sociedad civil que, en Lampedusa, su lugar de trabajo, hace todo lo posible por remendar unas políticas de altas esferas que están dejando de lado a las personas migrantes. Y que Francesco, desde la asociación Mediterranean Hope, y gran cantidad de organizaciones y personas a nivel europeo hacen frente.

Desde las destinadas a enviar alimentos a Siria, a las que se encargan de salvar vidas en costas griegas, pasando por las puramente lúdicas, pero no por ello menos importantes para sacar de una rutina suicida a refugiados y migrantes que viven en condiciones infrahumanas: han surgido cientos de pequeñas redes gracias a las cuales se está evitando una tragedia humanitaria aún mayor de la que presencian nuestras fronteras.
En la búsqueda de ese espacio de ayuda y asistencia, Francesco dibuja. Dibuja las historias de las migraciones llegadas a Europa. Muchas de esas historias las ha vivido en primera persona, puesto que a través de Mediterranean Hope participa desde la primera intervención a personas que llegan al puerto militar de Lampedusa hasta los distintos programas de asistencia humanitaria que la asociación italiana ofrece en distintos puntos de origen de las migraciones a Europa. “Las migraciones de hoy son el sudor de una tierra enferma”, y hace una pausa, bien conocedor de las conciencias que se remueven con el silencio justo. Tierra enferma y años de hierro: “Para ellos ─los jóvenes que llegan a Europa─ no hay esperanza sino de engrosar las filas de un ejército de reserva de trabajadores precarios o clandestinos”.

Il filo spinato es uno de sus dibujos, que habla de la cuestión de los menores que se encuentran, de repente, en otro mundo. En este dibujo, un niño negro mira a los ojos de quien se atreve a mirarlo, mientras una cerca hecha con alambres de espino le rodea. ¿Qué quiere decir Francesco con ello? “De algún modo hablamos de una nueva forma de esclavitud. Las condiciones en que trabajan en Sicilia, por ejemplo, son devastadoras. Y la frontera está directamente relacionada con esto, porque el fenómeno de integración de los migrantes no se da aquí”. Una frontera que se convierte en “una cadena que llevan con ellos, y que los identifica como los esclavos que fueron deportados a América desde África”. Fronteras, señala, “que son resultado de la política europea de militarizarlas”.
“En muchos de los barcos que están en el fondo del Mediterráneo hay muchas pequeñas Anna Frank”, denuncia Francesco
Los dibujos de Francesco cuentan historias y se explican, en muchas ocasiones, desde la Historia. Pasa su mano sobre la cartulina donde se puede ver a Anna Frank encabezando una embarcación y, a ambos lados, jóvenes negros. “Este dibujo contiene un fuerte mensaje simbólico porque trata de reconstruir un puente entre una de las más grandes tragedias de la historia europea y lo que está ocurriendo ahora en el Mediterráneo”. La Segunda Guerra Mundial contabilizó millones de muertos en los seis años que duró; esta guerra de fronteras, si continuamos el símil, ya se ha cobrado la vida de más de 4.000 personas en lo que va de 2016.

Con más perspectiva, la estadística a comienzos de siglo muestra que el número de muertos bajo las aguas del Mediterráneo y sobre el suelo europeo en las fronteras terrestres aumenta a decenas de miles de personas. “En muchos de los barcos que están en el fondo del Mediterráneo hay muchas pequeñas Anna Frank”, y lo explica: “Este dibujo habla del hecho de que, durante el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, muchas personas eran perseguidas por la Alemania Nazi. A muchos les fue negada la posibilidad de solicitar protección internacional. Por esto mismo surge la Carta de Derechos del Hombre, que reconoce a todos los ciudadanos del mundo el derecho a solicitar protección internacional o asilo”.

“La oscuridad que hay en el interior de los barcos en que llegan representa el hecho de que estas personas son pasto dentro de una pecera donde no hay ventanas”, cuenta Francesco, que cambia de lámina y comienza a hablar de una en la que predominan los tonos negros, donde se intuyen sombras dentro de una oscuridad predominante. La denuncia aquí es el color que da a la tragedia: sabemos cuántos mueren, pero no solemos saber cómo.

En la tragedia que acaeció a Lampedusa en noviembre de 2013, con más de 800 personas ahogadas en sus costas, las condiciones del barco eran similares a como las explica Francesco en su dibujo: “En las barcas, cuando el motor arranca, las personas que están en la bodega prueban a salir de ella, pero el barco está totalmente lleno, por dentro y por fuera. No hay sitio para todos. Muchos caen al mar. Y otros muchos mueren dentro de la bodega, como si fueran pequeñas cámaras de gas”, ya que se da la paradoja de que el motor se sitúa en la bodega y el hacinamiento de personas hace el aire irrespirable. A Francesco le gusta mucho utilizar la expresión “guerra entre los últimos y los penúltimos” que tratan de escapar de la miseria.
El dibujante denuncia “la financiación de España a Marruecos para construir la infamia de muro que se repite en Europa como modelo. Unos de los peores muros, en realidad, son los de Ceuta y Melilla”
Para combatir estas tragedias, Mediterranean Hope, a través de la comunidad de San Egidio, lanzó un corredor humanitario financiado a través de la iniciativa Otto per mille, a cargo de la iglesia Valdese. Esta iniciativa aporta dos millones de euros para ofrecer asistencia a 1.000 personas. “Con este dinero, podemos pagarles el viaje, hacer una intervención para construir redes en lugares como Marruecos, Etiopía o Líbano y garantizar una acogida digna durante un año”. Pero avisa que Europa juega al giocco delle due carte ─expresión coloquial que refleja una forma de engaño─: “Es impresionante pensar que Europa financie a Turquía con 6.000 millones de euros por rechazar a los migrantes y refugiados, pero luego les readmite con una suerte de intercambio. Esto no es más que una gran financiación de las expulsiones de estos migrantes”.

¿Y si estos 6.000 millones se destinasen para el corredor humanitario? “Podríamos acoger a tres millones de personas. Es una cifra sobrecogedora”. Recuerda que no es sólo Turquía, sino que basta con mirar “la financiación de España a Marruecos para construir la infamia de muro que se repite en Europa como modelo. Unos de los peores muros, en realidad, son los de Ceuta y Melilla”.

Es habitual que se pase la mano por la frente e intente exprimir la próxima frase. Ahora su mirada se centra en un árbol. Lo titula L’albero della paura (El árbol del miedo) y de éste florecen una serie de etiquetas: “Al Qaeda” dice una; “Invasione” se puede leer en otra. Mientras mira el dibujo dice: “Los medios han construido en el tiempo una razón que se sustenta sobre el palco escénico de la frontera. El árbol está regado de esta retórica, la cual, en el transcurso del tiempo, ha colgado sobre los migrantes muchos carteles”.
“Una sociedad civil no puede basar su idea de convivencia y acogida donde se da una forma de militarización de Europa o, cuanto menos, de los países del sur”
Retóricas que, según Francesco, ocultan un doble fondo: “Necesitamos estar muy atentos a esta retórica porque nace dentro de ella una retórica militar. De alguna manera, permite acciones de tipo geopolítico y militar que pueden transformarse en guerras. Es un problema que, en una isla tan pequeña como Lampedusa, haya tantos militares”. Pero, advierte, no es una dinámica aislada: “Una sociedad civil no puede basar su idea de convivencia y acogida donde se da una forma de militarización de Europa o, cuanto menos, de los países del sur.”

Sociedad civil que crea constantemente nuevos tejidos colaborativos. Francesco no pone a la venta los originales de estos dibujos (“no quiero verlos en cualquier oficina”, dice), los cuales se pueden visitar en su web, pero sí copias impresas que tienen un fin: “Con la financiación, podemos intervenir en el Molo Favarolo ─el muelle de Lampedusa donde desembarcan a los migrantes barcos de la Guardia Costiera─ cooperando con mantas térmicas, zapatillas, tarjetas telefónicas o agua para quienes llegan. Al mismo tiempo, también lo destinamos para una pequeña bolsa de estudios destinada a un joven de la isla que no puede permitirse estudiar en Italia. Trabajamos para que tenga una acogida digna y tenga derecho al estudio, a la cultura, a la enseñanza”.

“El mensaje que queremos lanzar es lo absurdo de dividir entre nosotros y ellos, entendidos como etiquetas, y construir un razonamiento interno que invierta en el terreno de los derechos universales”. Un ─como él mismo se califica─ “activista antes que artista” que siempre deja la última pincelada.

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